Dieter F. Utchdorf |
Mis queridos hermanos y hermanas, si tomamos los dos himnos
que acabamos de escuchar: “Loor al Señor, el Todopoderoso” y “Haz tú lo justo”,
y los convertimos en el lema de nuestra vida, estaremos bien encaminados para
regresar a nuestro Padre Celestial. ¡Qué panorama tan hermoso presentan! En mi
imaginación, puedo ver muchos otros rostros como los suyos: miembros jóvenes de
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de todas las
naciones del mundo. No todos se ven iguales, pero tienen muchísimo en común.
Considero que ésta es una oportunidad selecta, y le agradezco al presidente
Monson por darme esta oportunidad de pasar unos cuantos minutos con ustedes.
El patito feo
Uno de los autores más queridos de todas las épocas fue el
escritor danés Hans Christian Andersen. En una de sus historias, “El patito
feo”, una mamá pata descubre que uno de sus pequeños patitos es muy feo y más
grande de lo normal. Al principio, la madre se pregunta si habría incubado el
huevo de un pavo, pero el feo pequeñito podía nadar tan bien como sus otros
hijos; entonces llega a la conclusión de que el pobrecito simplemente es
anormal y que está desfigurado.
Sin embargo, los otros patitos no dejan al patito feo en
paz. Lo molestan despiadadamente, lo picotean, se burlan de él y lo hacen
sentir miserable. Finalmente, el patito feo decide que será mejor para todos si
deja a su familia; entonces se escapa. Durante el crudo frío del primer
invierno que pasa solo, el pobre patito casi muere de frío, pero se las arregla
para sobrevivir. A pesar de las privaciones que pasa, siente que se está
haciendo más fuerte y le encanta desplegar las alas y levantar vuelo, aun estando
solo.
Entonces un día ve volar una bandada de pájaros majestuosos:
blancos como la nieve, sus movimientos son elegantes, tienen cuellos largos y
amplias y elegantes alas. ¡Qué criaturas tan gloriosas y felices! El patito feo
anhela volar con ellos, pero tiene miedo de que lo maten por ser tan feo; no
obstante, luego decide que eso sería mucho mejor que los eternos picoteos de
los otros animales o que morir de frío en invierno. Así que comienza a volar y
los sigue a un hermoso lago, donde se acomodan sobre el agua.
Cuando aterriza, el patito feo ve en el agua el reflejo de
un espléndido cisne. De a poco, sin poder creerlo al principio, ¡el patito feo
se da cuenta de que el reflejo es suyo! Para su sorpresa, los otros cisnes lo
acogen y coinciden en que él es el cisne más hermoso y majestuoso de todos.
Finalmente, descubre su verdadera identidad.
Las grandes preguntas
Al igual que este cisne, la mayoría de nosotros hemos
sentido en algún momento dado que no encajamos. Mucha de la confusión que
tenemos en la vida proviene simplemente de no comprender quiénes somos.
Muchísima gente va por la vida pensando que son de poco valor cuando, en
realidad, son criaturas elegantes, eternas, de infinito valor y con un
potencial que supera la imaginación.
El descubrir quiénes somos en verdad es parte de esta gran
aventura que llamamos vida. Los genios más grandes de la humanidad han luchado
constantemente con estas preguntas: ¿De dónde vinimos? ¿Por qué estamos aquí?
¿Qué sucede después de que morimos? ¿Cómo encaja todo y qué sentido tiene?
Cuando comencemos a entender las respuestas a estas
preguntas ---no sólo con la mente, sino con el corazón y el alma--- empezaremos
a comprender quiénes somos y nos sentiremos como el vagabundo que finalmente
encuentra su hogar. Nos sentiremos como el cisne que finalmente descubre quién
es en realidad. Al final todo tiene sentido.
El desafío radica en que es simplemente imposible que las
respuestas a estas preguntas las descubra la humanidad por medio del
razonamiento. Las preguntas relacionadas con lo espiritual requieren respuestas
espirituales. Los que rechazan la revelación e insisten en que haya pruebas
tangibles sólo pueden especular o negar que hay vida antes y después de esta
vida terrenal. Por tanto, quizá nunca lleguen a comprender quiénes realmente
son o cuál es el verdadero propósito de la vida.
Sin embargo, como miembros de La Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días, hemos sido bendecidos con las respuestas a
estas preguntas, y las compartimos libremente con los que estén dispuestos a
escuchar. Las sabemos, no por la estimación razonada de nadie ni porque hayamos
encontrado una explicación científica, sino porque mensajeros celestiales
revelaron estos misterios al hombre. Ese mismo conocimiento está al alcance de
cualquier persona del planeta que sea sincera de corazón, por medio del poder
del Espíritu Santo.
No es cosa insignificante. A lo largo de la historia,
emperadores y filósofos hubieran ofrecido grandes tesoros por lo que Dios ha
dado libremente en nuestro tiempo. Dado que es misericordioso y ama a Sus
hijos, Dios ha dado nuevamente, en estos últimos días, la verdad concerniente a
de dónde vinimos, por qué estamos aquí y a dónde vamos.
Mis queridos y jóvenes amigos, este conocimiento les permite
ver su propio reflejo en el agua. Les asegura que no son comunes, que no se les
rechaza y que no son feos. Ustedes son divinos: más hermosos y gloriosos de lo
que puedan imaginarse. Este conocimiento lo cambia todo. Cambia su presente,
puede cambiar su futuro y puede cambiar el mundo.
Somos muy conscientes, mis queridos jóvenes amigos de la
Iglesia dondequiera que se encuentren, de que enfrentan muchos desafíos en su
joven vida. Por medio de sus líderes y por contactos personales con ustedes, me
he enterado de la amplitud de sus inquietudes. He escogido, de entre las muchas
preguntas que he recibido, sólo unas cuantas que pienso que son de las más
difíciles y penosas que los están afectando a ustedes, los miembros jóvenes de
todo el mundo. El día de hoy es mi deseo inculcar en su mente y su corazón la
forma en que el conocimiento de quiénes son en realidad les puede ayudar a
conquistar con éxito los problemas más difíciles de la vida.
Ser o no ser
Ésta es la primera pregunta: “Estoy infeliz y deprimido. A
veces parece que el mundo sería mejor si yo no estuviera en él. ¿Para qué
continuar viviendo?”.
Permítanme dejar algo en claro: la depresión severa y el
considerar el suicidio no son asuntos triviales y deben tomarse muy en serio.
Exhorto a los que sufran de depresión y que tengan pensamientos suicidas a que
busquen la ayuda de profesionales y de líderes de la Iglesia de confianza. Si
saben de alguien que esté pensando en el suicidio, sean amigos verdaderos y
asegúrense de que reciba la ayuda que necesita. Les amamos y deseamos que
tengan éxito y sean felices en la vida.
Habiendo dicho eso, la mayoría de las personas se sienten
tristes o incompetentes en algún momento de la vida. Es natural tener momentos
de infelicidad y dudar de nosotros mismos. La pregunta: “¿Por qué continuar
viviendo?” es simplemente otra forma de expresar la antigua frase que escribió
William Shakespeare 400 años atrás y que, desde entonces, han pronunciado
millones de Hamlets del mundo entero: “Ser o no ser, esa es la cuestión”.
Pero Shakespeare estaba equivocado. “Ser o no ser” no es la
cuestión. Hay otras opciones más allá de esa sencilla contradicción. Yo haría
que Hamlet se volviera al público y le dijera: “Sabiendo que soy un hijo de
Dios, ¿qué tengo que hacer y ser para estar a la altura de este potencial? Ésa
es la cuestión”. Comprendo que esa edición arruinaría por completo una de las
más grandes obras maestras literarias de todas las épocas; sin embargo, si yo
escribiera un guión para ustedes, esas son las palabras que usaría.

Piensen de dónde proceden. Ustedes son hijos e hijas del ser
más grandioso y glorioso del universo. Él los ama con un amor infinito y desea
lo mejor para ustedes. ¿Creen ustedes que nuestro Padre Celestial desea que se
sientan deprimidos y tristes? No. Él nos ha dado los mandamientos, que son el
camino real hacia una vida con propósito, paz y gozo, y lo único que tenemos
que hacer es seguirlo. El conocer los mandamientos de Dios y vivir de
conformidad con ellos realmente nos lleva a la satisfacción y al gozo.
Nuestro destino es más grande de lo que imaginamos. Si tan
sólo comprendiéramos quiénes somos y lo que nos espera, nuestro corazón
rebosaría de tal gratitud y felicidad que iluminaría incluso los pesares más
sombríos con la luz y el amor de Dios, nuestro Padre Celestial. La próxima vez
que se sientan infelices, recuerden de dónde provienen y a dónde van. En lugar
de sumir sus pensamientos en pesar, decidan concentrarse en lo que llena su
alma de esperanza; y se darán cuenta de que todo eso se relaciona siempre con
servir a Dios y a nuestros semejantes. Recuerden que el Señor les ha dado Su palabra
en las Escrituras. Oren a Él con sinceridad; hablen con Él a diario; aprendan
de Él y anden por Su camino. Sirvan a Dios y a sus semejantes.
Recuerden que hay “un tiempo de llorar”, pero también uno de
“reír; un tiempo de lamentar y un tiempo de bailar”. Si su
corazón ha estado apesadumbrado durante algún tiempo, quizá sea hora de
permitir que la luz del Hijo de Dios entre en su corazón. Les suplico que
simplemente miren al agua ¡y observen su verdadero reflejo! ¡Dense cuenta del
propósito por el cual fueron creados! ¡Levanten el rostro y eleven la vista
hacia el horizonte!
¡Es bueno que rían! ¡Es bueno que estén felices! Eleven sus
voces y “alab[en] al Señor con cantos, con música, con baile y con oración dealabanza y acción de gracias”
No puedo imaginar un cielo lleno solamente de seres sombríos
que nunca hablan o que no disfrutan de la música ni les gusta charlar con los
demás; para mí, eso no es el cielo. Estoy seguro de que no fueron creados para
pasar horas y días de su vida aislados el uno del otro, preocupados y
desesperados. Fueron creados para tener gozo, así que
¡celebremos las misericordiosas bendiciones de un gozoso y amoroso Padre
Celestial!
No tienen que esperar que alguien les dé permiso para llenar
su corazón de acción de gracias y felicidad; pueden hacerlo muy bien por
ustedes mismos. Reúnanse como jóvenes, en sus barrios o ramas, pero también con
los jóvenes de estacas y distritos vecinos. Bailen, estudien el Evangelio y
presten servicio juntos; presten servicio a sus semejantes y diviértanse al
hacerlo. Es mi ruego sincero que el conocimiento de quiénes son y lo que pueden
llegar a ser llene su alma del apacible amor de Dios y que ello encienda en
ustedes una felicidad digna de su verdadero legado, puesto que en realidad son
príncipes y princesas, reyes y reinas.
¿Encontraré a mi alma gemela?
Ahora bien, otra pregunta que escuchamos de ustedes, jóvenes, es: “Me siento tan solo o sola. ¿Llegaré a encontrar a mi alma gemela?”. Tengo varias cosas que decir al respecto, pero comencemos con el concepto de encontrar a la persona que fue hecha para ustedes, la que es perfecta para ustedes.
Hay un viejo cuento sobre una jovencita que está en una excavación arqueológica y descubre una lámpara antigua. Cuando la frota, aparece un genio que le ofrece cumplirle un deseo. Ella piensa por un momento y le pide paz mundial: que las personas se amen y vivan en armonía para siempre.
El genio considera su petición y finalmente dice: “Lo que me pides es imposible. La división entre los pueblos del mundo es demasiado profunda y ha existido por demasiado tiempo. Por favor pídeme otra cosa. Cualquier cosa, menos eso”.
Entonces, la jovencita piensa de nuevo y dice: “En algún lugar está la persona que fue hecha para mí. Lo quiero encontrar: alguien que sea guapo, atento y que tenga sentido del humor; alguien que ayude con los quehaceres de la casa, que le gusten los niños, que no vea deportes todo el tiempo, que tenga un muy buen trabajo, que piense primero en mi felicidad; alguien que salga de compras conmigo y que se lleve bien con mi familia”.
El genio considera su petición por un momento, suspira profundamente y luego dice: “Déjame ver qué puedo hacer para concederte la paz mundial”.
Sé que esto será una desilusión para algunos, pero no creo que haya una sola persona correcta para ustedes. Creo que me enamoré de mi esposa, Harriet, la primera vez que la vi. Sin embargo, si ella hubiera decidido casarse con otra persona, creo que yo hubiera conocido a alguien más y me hubiera enamorado de esa otra persona. Estoy eternamente agradecido que esto no haya sido así, pero no creo que ella haya sido mi única oportunidad de lograr la felicidad, ni yo la de ella.
Otro error que pueden cometer al salir en citas es esperar encontrar la perfección en la persona con la que estén. La verdad es que las únicas personas perfectas que conocen probablemente son las que no conocen bien. Todos tenemos imperfecciones. Ahora, no estoy sugiriendo que rebajen sus normas y que se casen con alguien con quien no podrán ser felices. Pero me he dado cuenta conforme he madurado en la vida que, si alguien está dispuesto a aceptarme ---tan imperfecto como soy--- entonces yo también debería estar dispuesto a ser paciente con las imperfecciones de los demás. Ya que no encontrarán la perfección en su compañero, y él o ella no la encontrará en ustedes, la única oportunidad que tienen de obtenerla es crear la perfección juntos.
Hay quienes no se casan porque sienten una falta de “magia” en la relación. Por “magia” supongo que quieren decir chispas de atracción. El enamorarse es un sentimiento maravilloso, y nunca les aconsejaría que se casen con alguien a quien no aman. Sin embargo ---y esto es algo que a veces es difícil aceptar--- esa chispa mágica debe ser pulida continuamente. Cuando la magia perdura en una relación es porque la pareja hizo que así fuera, no porque apareció de forma mística impulsada por alguna fuerza cósmica.
Francamente, requiere esfuerzo. Para que una relación sobreviva, ambas partes aportan su propia magia y la usan para sostener su amor. Aunque he dicho que no creo que haya una sola alma gemela para alguien, sí sé esto: una vez que se comprometan a casarse, su cónyuge se convierte en su alma gemela, y es su deber y su responsabilidad esforzarse cada día para que así sea. Una vez que se hayan comprometido a esto, la búsqueda del alma gemela se acabó. Nuestros pensamientos y acciones cambian de buscar a crear.
¿Y qué sucede con aquellos que abandonan la esperanza de encontrar a un compañero eterno? Primero, no se den por vencidos. Vayan a actividades, conozcan a personas y hagan su parte. Sé que salir con personas del sexo opuesto puede ser difícil. El rechazo es una de las cosas más dolorosas que podemos pasar. Créanme que sé lo que se siente. Yo me enamoré de Harriet mucho antes de que ella se enamorara de mí.
Pero eso no me detuvo; para nada. Buscaba maneras de estar en el mismo lugar donde ella estaba. Cuando repartía la Santa Cena en la capilla, me las arreglaba para repartírsela a su familia. Me esforzaba por impresionarla, pero creo que me consideraba un poco inmaduro. Ella simplemente no sentía la chispa. Perdí la esperanza de algún día convencerla de que yo podía ser más que un amigo.
Así que me fui; me uní a la Fuerza Aérea y luego me fui al otro lado del mundo para aprender a ser piloto en los Estados Unidos. No fue sino hasta que regresé a Alemania, tras haber completado mi entrenamiento como piloto de guerra, años después de haberla conocido, que esta hermosa jovencita me vio y dijo las palabras mágicas que, durante tanto tiempo, había anhelado escuchar: “Maduraste desde la última vez que te vi”.
No perdí el tiempo después de eso, y, a los pocos meses, me casé con la mujer que había amado por mucho, mucho tiempo.
Así que no se den por vencidos, hermanos y hermanas. Sólo porque los han rechazado una o dos veces ---o tres o cuatro o doscientas veces--- no se desesperen. Hermanos, el secreto de encontrar a la mujer de sus sueños es conocer a muchas y entonces, cuando se enamoren y sientan que es lo correcto, pídanle que se case con ustedes. Si dice que no, continúen su búsqueda y oren hasta que finalmente lleguen con una joven al altar del templo; así que, no se den por vencidos.
Ahora, hermanas, tengan delicadeza. Está bien si rechazan peticiones de citas o propuestas de matrimonio, pero háganlo con delicadeza. Y hermanos, ¡por favor comiencen a invitarlas! Hay demasiadas de nuestras jóvenes que nunca salen en citas. No supongan que ciertas chicas nunca saldrían con ustedes. A veces ellas se preguntan por qué nadie las invita. Simplemente pregúntenles, y estén preparados para seguir buscando si la respuesta es no.
Una de las tendencias que vemos en algunas partes del mundo es que nuestra gente joven sólo se junta para “pasar el rato” en grupos grandes en vez de salir en citas. Si bien no hay nada de malo en reunirse con frecuencia con otras personas de su edad, no sé si realmente puedan llegar a conocer a las personas cuando siempre están en grupo. Una de las cosas que deben aprender es cómo tener una conversación con una persona del sexo opuesto. Una forma magnífica de aprender esto es estando a solas con alguien, hablando con ella o él sin una red de seguridad, por así decirlo.
Las citas no tienen que ser ---y en la mayoría de los casos no deberían ser--- ocasiones costosas y de grandes planes. Cuando mi esposa y yo nos mudamos de Alemania a Salt Lake City, una de las cosas que más nos sorprendió fue el proceso detallado y a veces estresante por el cual los jóvenes tenían que pasar para pedir y aceptar citas.
Relájense; busquen formas sencillas de estar juntos. Una de las cosas que más me gustaba hacer cuando era joven y buscaba una cita, era acompañar caminando a alguna jovencita a su casa después de una reunión de la Iglesia. Recuerden que su meta no debe ser tener una filmación de su cita para que la vean un millón de personas en YouTube. La meta es llegar a conocer a una persona particular y aprender a desarrollar una relación significativa con el sexo opuesto.
Ahora, hay algunos entre ustedes, excelentes jóvenes de la Iglesia, que tal vez nunca se casen. Aun cuando sean dignos en todo sentido, es posible que nunca encuentren a alguien con quien sellarse en el templo del Señor durante esta vida. No hay manera de que alguien que no haya sentido esta desesperación realmente comprenda la soledad y el dolor que ellos posiblemente sientan. Sé de muchas mujeres que lo que más desean en esta vida es ser esposa y madre, y no pueden comprender por qué sus oraciones nunca han sido contestadas. También hay muchos hombres solteros que, por alguna razón, también se encuentran solos.
Primero, permítanme decirles que nuestro Padre Celestial escucha sus oraciones; Él conoce los deseos de su corazón. No puedo decirles por qué las oraciones de una persona se responden de cierta manera mientras que las de otra se contestan de otra. Pero sí puedo decirles esto: los deseos justos de su corazón se cumplirán.
A veces es difícil ver lo que está más allá del sendero que está frente a nosotros. Somos impacientes y no queremos esperar el cumplimiento futuro de nuestros más grandes deseos. Sin embargo, el breve período de esta vida no es nada en comparación con la eternidad. Si tan sólo tenemos esperanza, ejercemos la fe, y perseveramos hasta el fin con alegría, y digo perseverar hasta el fin con alegría; allí, en ese futuro celestial se cumplirán los deseos justos de nuestro corazón y muchísimo más de lo que podemos comprender ahora.
Mientras tanto, no esperen que alguien más complete su vida. Dejen de dudar de ustedes mismos y de preguntarse si tienen algún defecto. Por el contrario, procuren lograr su potencial como hijos de Dios; esfuércense por aprender; ocúpense en una profesión significativa y busquen la satisfacción en el servicio a los demás. Utilicen su tiempo, sus talentos y sus recursos para mejorarse a sí mismos y para bendecir a los que los rodean. Todo esto es parte de su preparación para tener una familia. Participen activamente en su barrio o rama, y procuren magnificar sus llamamientos, sin importar cuáles sean.
El gran propósito de esta existencia terrenal es aprender a amar plenamente a nuestro Padre Celestial y a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Si lo hacemos con todo nuestro poder, mente y fuerza, nuestro destino eterno será grande y glorioso más allá de lo que nos podemos imaginar. Sean fieles, y todo saldrá bien. Ésa es la promesa eterna que se da a todos los que lo aman y honran.
¿Puedo permanecer fiel?

Una tercera pregunta que los jóvenes se hacen es: “¿Puedo
permanecer fiel?”. Hay quienes tienen dudas en cuanto a Dios o la Iglesia.
Otros ceden a la tentación que los aleja de la seguridad del sendero estrecho y
angosto del discipulado.
Cuando era piloto, con frecuencia veía un interesante
fenómeno meteorológico al volar entre Europa y África. Se llama convergencia
intertropical, y es un conjunto de tormentas eléctricas que se desplazan al
norte y al sur del ecuador, y que llena el horizonte de enormes y amenazantes
columnas de nubes.
No podía mirar esas nubes sin quedar fascinado por su
belleza y majestad. Se extendían y formaban enormes figuras negras, dentro de las
cuales los rayos brillaban con luz resplandeciente de una punta a la otra en
una furia de fuego indescriptible. ¡Qué panorama tan glorioso y fascinante!
Pero ¿qué piensan que hacen los pilotos cuando se acercan a
esas tormentas? Las evitan, sin importar cuán hermosas e intrigantes parezcan
ser. Conforme la humedad se eleva en esas nubes, comienza a congelarse,
formando granizo del tamaño de pelotas de fútbol que pueden perforar el metal y
destruir un avión. La turbulencia severa y las descargas eléctricas pueden
incapacitar los aviones y sus sistemas.
¿No es acaso verdadero el mismo principio cuando ven cosas
que pueden causar daño espiritual? La tentación no sería tentación si no
pareciera atractiva, fascinante o divertida. Pero, tal como el piloto que se
acerca a la tormenta, hay que aprender a evitarla, sin importar cuán hermosa o
intrigante pueda parecer.
Puesto que nuestro Padre Celestial ama a Sus hijos, nos ha
dado mandamientos para mantenernos a una distancia segura de esas tormentas
dañinas. Él no obliga a ninguno de Sus hijos a caminar en Su senda. Él permite
y espera que nosotros tomemos la decisión. Pero deben saber esto: algunas
decisiones llevan al desastre; por lo tanto, escojan lo correcto.
Agrego mi testimonio al coro de advertencias en contra del
terrible problema de la pornografía. Evítenla; manténganse alejados de ella.
Las mismas palabras que usábamos para entrenar a los pilotos en cuanto a las
tormentas eléctricas se las digo en cuanto a la pornografía: “Eviten, eviten,
eviten”.
No supongan que pueden poner la trompa del avión sólo un
poco dentro de la tormenta; no coqueteen con la pornografía. Recuerden que con
frecuencia las cosas más repugnantes y destructivas pueden parecer atractivas
al principio. Eviten las cosas que puedan ponerlos en peligro.
¿Es verdad?
Vayamos al siguiente punto: ¿Qué sucede con las dudas y las
preguntas? ¿Cómo llegan a saber que el Evangelio es verdadero? ¿Está bien tener
preguntas en cuanto a la Iglesia y su doctrina? Mis queridos jóvenes amigos,
somos personas que hacen preguntas, porque sabemos que el preguntar conduce a
la verdad. Fue así que comenzó la Iglesia, por un joven que tenía
interrogantes. De hecho, no estoy seguro de cómo se puede descubrir la verdad
si no se hacen preguntas. En las Escrituras, rara vez encontrarán una
revelación que no se haya recibido en respuesta a una pregunta. Cuando surgía
una pregunta y José Smith no sabía la respuesta, le preguntaba al Señor, y el
resultado de ellas son las maravillosas revelaciones de Doctrina y Convenios.
Con frecuencia el conocimiento que José recibía iba más allá de la pregunta
original, y eso se debe a que el Señor no sólo puede contestar la pregunta que
hacemos, sino, más importante aún, puede darnos respuestas a las preguntas que
deberíamos haber hecho. Prestemos atención a esas respuestas.
La obra misional de la Iglesia se basa en investigadores
sinceros que hacen preguntas sinceras. La indagación es la cuna del testimonio.
Algunos quizá se sientan avergonzados o indignos porque tienen preguntas en
cuanto al Evangelio, pero no deberían sentirse así. El hacer preguntas no es
señal de debilidad; es el acto precursor del crecimiento.
Dios nos manda buscar respuestas a nuestras preguntas y sólo nos pide que las busquemos “con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo”. Cuando lo hacemos,
la verdad de todas las cosas nos será manifestada “por el poder del EspírituSanto”

Sin embargo, ustedes saben que uno de los propósitos de la
vida terrenal es llegar a ser más parecidos a su Padre Celestial, en sus
pensamientos y en sus caminos. Desde esta perspectiva, el buscar respuestas a
sus preguntas puede acercarlos más a Dios, lo cual fortalecerá su testimonio en
vez de debilitarlo. Es cierto que “la fe no es tener un conocimiento perfecto”, pero al ejercitar la fe, aplicar los principios del Evangelio
todos los días, bajo cualquier circunstancia, probarán el dulce fruto del
Evangelio, y por este fruto sabrán de su verdad.
Ustedes son eternos
Siempre habrá voces que les dirán que son insensatos por
pensar que son cisnes; que insistirán en que sólo son patitos feos y que no
pueden esperar llegar a ser ninguna otra cosa.
Pero ustedes saben que no es así. Gracias a la palabra
revelada de un Dios misericordioso, han visto su verdadero reflejo en el agua y
han podido sentir la gloria eterna de ese espíritu divino que forma parte de
ustedes. Ustedes no son seres comunes, mis queridos jóvenes amigos de todo el
mundo; ustedes son gloriosos y eternos.
Sin importar cuáles sean las circunstancias o las pruebas de
su vida, los exhorto a que recuerden quiénes son, de dónde provienen y a dónde
van, ya que las respuestas a esas preguntas realmente brindarán confianza y
dirección a su vida.
Su Padre Celestial vive; Él los conoce. Él les habla en
estos últimos días por medio de profetas y apóstoles. El presidente Thomas S.
Monson es el profeta del Señor en la tierra en la actualidad. La Iglesia es
dirigida por el Salvador Jesucristo; yo lo sé; Él está a la cabeza de esta
Iglesia.
En el día de hoy les hablo con imperfección y con acento
alemán, pero les prometo que las palabras que sienten en el corazón y en la
mente y en el alma les llegan por medio de la elocuencia, la pureza y el poder
del Espíritu Santo; y por el poder del Espíritu Santo pueden saber la verdad de
todas las cosas.
Hermanos y hermanas, mis queridos amigos: los amo, los amo
con todo mi corazón; estoy agradecido por ustedes; estoy agradecido por su
bondad. Como apóstol del Señor Jesucristo, nuestro Salvador, los bendigo en
forma individual y colectiva, para que aprendan a saber quiénes son en realidad
y qué deben hacer y ser para llevar una vida feliz y satisfactoria.
Es mi ruego y bendición que, cuando vean su reflejo, ver más
allá de las imperfecciones y dudas, y que puedan reconocer quiénes realmente
son: hijos e hijas gloriosos de Dios Todopoderoso. En el sagrado nombre de
Jesucristo. Amén.